Hoy me gustaría comentaros cómo el Mindfulness cambió mi vida. Imagino que muchos os preguntaréis, y eso..¿qué es?. “Atención plena” es la traducción que tiene al español, y simplemente es estar presente en el aquí y el ahora, en lo que está ocurriendo en este momento, el ser consciente de lo que pasa en tu cuerpo y en tu mente, a tu alrededor, sin juicios, sin valoraciones.
La primera vez que me puse a practicarla, lo hice a través de una meditación guiada. Mi mente era como un hervidero de pensamientos, de un lado a otro se cruzaban sin ton ni son. Pensé “esto es muy difícil, jamás seré capaz de hacerlo”. Aún así, continué haciéndolo, porque ese momento, era mi momento, unos instantes donde me permitía “no hacer nada”, no seguir arrastrada por las prisas, las obligaciones.
Antes de comenzar a practicarla, recuerdo ir corriendo a todos los sitios, presa del reloj, sentía que no tenía tiempo para nada, y por las noches me acostaba con la sensación de no haber parado, y aun así seguía teniendo muchas cosas sin cerrar. Te suena?
Poco a poco fui notando que con la práctica de la atención plena y de las meditaciones, mi mente se iba callando, se silenciaba. Un día, ante una situación donde normalmente hubiese actuado por impulsividad, mi cuerpo se paró solo, sin forzar nada. Tomé conciencia del momento, de lo que ocurría y desde ahí, desde la serenidad, decidí cómo actuar. Eso fue poderoso y revelador para mí! El poder elegir y no dejarte llevar, dejar de funcionar en piloto automático; esto me permitía llevar las riendas de mi vida y dirigirme hacia donde quería ir. Impresionante el ser consciente de que tienes milésimas de segundo para poder elegir cómo actuar.
Comencé a darme cuenta de cómo iba influyendo en mi día a día. Estaba más centrada cuando realizaba cualquier tarea, era más rápida a la hora de tomar decisiones; la percepción sobre la importancia de las cosas cambió; era más consciente de mis emociones y de mi cuerpo, de mis limitaciones, de mis creencias, de mis miedos, de mis valores, de lo que deseo en mi vida.
A partir de ahí, continué indagando, meditando y leyendo sobre el Mindfulness, hasta que decidí formarme en él. Lo sigo practicando todos los días, lo introduzco en mis talleres y en mi trabajo como una parte de mí, como una filosofía de vida que me ayuda a aceptar las cosas tal como son, a no juzgar, a percibir con ojos nuevos, a indagar en mí, a abrazar el miedo, bailar con él y transformarlo en reto donde sólo está la opción de avanzar.
El Mindfulness, para mí es esa conexión conmigo misma, con mi autenticidad, esa conexión contigo, con todos, con lo que me rodea, es silencio, es presencia, es aquí y ahora, es ese instante donde el tiempo y el espacio no importa, donde todo está bien, donde todo es perfecto tal como es, es como estar en casa.
Sé que la vida nos sigue colocando situaciones o momentos difíciles, y aparecen emociones y pensamientos que no nos gustan, pero ahora soy consciente de ellos y me ayudan a saber más sobre mí, y a utilizarlos como una oportunidad para avanzar y crecer. He dejado de sentirme mal o culpable si en algún momento no consigo gestionar mis emociones o quizá no salen las cosas como a mí me gustaría, eso forma parte del aprendizaje. Siento esa responsabilidad sobre mí misma, sobre mis acciones, sobre lo que siento, y esto me invita a elegir, a tomar acción, a estar comprometida conmigo, desde la intención y la atención, algo que me hace libre. Aún me queda mucho camino por recorrer en esta aventura de la vida y del autoconocimiento, y agradezco todo aquello que trae el nuevo día.
0 comentarios